Es hora de partir, con una sonrisa déjalo marchar. Lo has retenido demasiado tiempo en tus pupilas, en tu corazón, en tu pensamiento, en tus mimos. Él sabe que siempre lo querrás, que habrá un lugar en tu altar donde venerarlo, que ni la lluvia ni el viento borrarán su huella...
No te pertenece, nunca te ha pertenecido y tu lo sabías. Estáis en la misma nave pero sois súbditos de distintas patrias. Está preparado para iniciar el cambio... Ya se que duele, lo has amado mucho, lo seguirás amando pero la vida continúa... "Nada es de nadie y nada dura para siempre".
Al amanecer, descorrerás las cortinas, abrirás la jaula, lo cogerás primorosamente entre tus manos, una última caricia, un beso, y muy suavemente lo irás desprendiendo de tu ser para mostrarle el camino hacia el infinito. Primero volará bajo, después, hará varios giros alrededor de la casa y del jardín antes de alejarse, y volar altivo hacia su paraíso...