Otoño en París: No me gustan los relojes, procuro "pasar" por el tiempo impregnándome de las esencias de la vida, ligera de equipaje y, amontonando, como en la escultura, el tiempo "no perdido", que ha dejado en mí ese poso de sabiduría que los acontecimientos deben dejar, el sabor dulzón que nos queda como resaca de una vivencia excepcional, la sonrisa por la satisfacción del "deber" cumplido, la contemplación de un amanecer desde una pirámide en la selva de "Tikal" y todas esas pequeñas nimiedades que nos hacen "avanzar" por esta espiral que es la vida.
En el espacio del "Café des Lilas", donde Hemingway solía escribir, presentí las ausencias o presencias, quien sabe, que le empujaron hacia el abismo.
Para no caer en nuestros abismos personales debemos aprender las técnicas, unas veces más acertadas que otras, que nos ofrece la vida. "El Viejo y el Mar" es un buen referente para ello.
Hoy, ha amanecido con una densa y espesa neblina y sin embargo a lo largo de la mañana un tímido sol va abriéndose paso. Noviembre promete. . .
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