lunes, 25 de junio de 2012

REFLEXIONES: “TENGO GANAS DE TI”

Es el título de una película estrenada recientemente. No la he visto y según me han contado, perece ser una historia interesante con “moraleja” y final feliz.
Aunque los protagonistas son jóvenes, viene al caso mi reflexión porque a ciertas edades y soledades, podemos confundir  “necesidad” con “estar”, “amar”, “ser”, “querer..." y entre tanto “infinitivo” perdernos en un bosque inanimado de “circunstancias” que nos pueden dejar un poso de amargura, infelicidad y soledad del que tardaremos tiempo en recuperarnos.

Es cierto que a veces vamos a la deriva y nos sentimos como niños huérfanos buscando  un hogar que nos dé cobijo; un árbol donde refugiarnos en caso de tormenta cuando no hay nada más peligroso para atraer un rayo que nos pueda “fulminar”.

No dejamos de ser ingenuos y creer en bondades bien intencionadas en esta búsqueda continua por “querer”, “ser”, “estar”, “amar” y huir de esa  soledad. Nos aferramos al fruto equivocado con tanta fuerza cuando en realidad estamos estancados en el recuerdo de un pasado que  obstaculiza la capacidad de poder  ver, sentir, percibir... “algo” que “ya” se está “iniciando..." y que podríamos perder.


Imágenes: Google



miércoles, 13 de junio de 2012

GEISHA


Un murmullo de olas viene a mi memoria como una música melodiosa y lejana. Poco a poco va cobrando intensidad. Afloran los recuerdos. Respiro el olor a mar. Mis ojos vislumbran la luz dorada de la arena húmeda. El naranja se mezcla con los grises azulados y el blanco roto de alguna nube despistada que atraviesa el horizonte. Entonces por entre la espuma de un mar medianamente agitado, aparece Geisha. Su mirada profunda e intensa expresa toda la dicha que puede caber en un universo entero. Me salpica toda mientras sacude su pesado pelo negro con vetas rojizas. Me mira de nuevo y me reta a una carrera bordeando las olas por esta orilla dorada y reflectante de las últimas luces solares de este atardecer tibio.

Mientras caminamos, nos sorprende un cielo limpio de estrellas y una inmensa luna llena que más bien parece un sol tenue.

Abro los ojos. El sabor a mar se evapora y otra melodía se impone con fuerza en los auriculares. En mi viaje por el país de los recuerdos he llegado a ignorar a Corelli y su concierto Nº 8 en G Menor.

martes, 12 de junio de 2012

DE ACCIONES Y REACCIONES

Accionar, ejecutar, realizar, hacer. . . y reaccionar.

Debo ser un pez de río dulce nadando en un mar salado. Intento acomodarme en este medio que no es el mío lo mejor posible. Al fin y al cabo soy un pez, necesito moverme por el líquido elemento, abrir mis branquias para respirar, saludar a otros peces. . .  todo aquello que se espera de mí y de otros muchos como yo. No es que sea especial, no, es que vivo en un mar cuando en realidad soy pez de río.

Y en esas estoy cuando se acerca a mí un coetáneo de porte fino, bien hablado, educado. . . “señorita, señorita. . . si, usted. . .” (Se me olvidaba decir que soy un pez hembra). Me mira, lo miro. . . me encandila con su mirada y sus aletas. . . ¡tan grandes! que me abarcan toda. Y yo, pez cansado de esta inmensidad de mar, sonrío, me dejo acariciar y los dos nadamos río arriba. Nooo, noo, que digo, río arriba no, quería decir mar a mar. Jugueteamos con las olas, nos tumbamos sobre las olas, saltamos sobre las olas. . . ¡que día! de  sonrisas, de risas, de chapuceos. . . ¡cuanta naturalidad!; yo, que soy un pez hembra palurda y nunca me había visto en otra: “¡un pez volador quiere ser mi amiguito!”. “Ya no estaré sola nadando por este mar. . . tralará, lará”.

El pez no era volador, era aviador. . . uf,  ¡que despistes!. Los peces “aviadores” no vuelan, hacen como si volaran que es distinto y además cambian de rumbo según que olas. . . en realidad giran sobre si mismo o se pierden en su propia inmensidad (inventada, claro está). Y este, no iba a ser menos aviador, no. Yo pensaba continuar jugueteando, me caía simpático, por este mar hasta encontrar el río. Él también es pez de río auque no lo sabe, eso lo descubrí yo. Pero  se distrae con las olas, piensa que es un pez de mar, un pez volador. . . ¡que lío!. Sigue girando sobre sí mismo. . . yo continúo buscando mi río, mi río de agua no salada. Tarareo mi canción y de cuando en cuando  viene a mi recuerdo la mirada dulce de un pez, ¿volador, aviador?. . . y yo que sé. . . tralará, lará. . .