Durante mucho tiempo, creí a "mis" sabios, porque pensaba que su sabiduría era casi inalcanzable para mí. Los miraba y admiraba como seres excepcionales.
Debí errar en esta percepción de la vida, ya que durante mi niñez, juventud, madurez, y salvo alguna excepción, mis sabios mas cercanos y cotidianos se fueron deshilachando entre las veredas maś tortuosas de mi camino.
Esta autoreflexión, viene a cuento, porque despues de haber transitado por rutas y senderos diseñados por "tu" tribu, por tu lugar de nacimiento y pertenencia, por el sistema de creencias y valores, las tradiciones, la familia, los amigos... pareciera que no hay mas verdad que la "impuesta".
Permanecer siempre en la misma orilla del lago, creo que es una falta de
respeto hacia nosotros mismos. Por el contrario, establecer muros, cambiar de horizontalidad, es un acto de valentía, de crecimiento y
evolución, sobre todo, cuando nos referimos a personas, "cosas" materiales o inmateriales. En definitiva, acontecimientos de un pasado que ya no existe (el apego)
Perdón a los filósofos y eruditos, a los entendidos y entendedores de la vida. Abro esta pequeña ventana sin pretensión alguna, y con la única intención de comprender y entenderme a mi misma.
Anoto estas frases de Alejandro Jodorowsky (un gran sabio):
La vida no tiene sentido. Hay que vivirla. (Vivirla momento a momento. Siempre en el presente)
A veces perder es ganar y no encontrar lo que se busca es encontrarnos (En eso estamos y por ello caminamos)
Las cosas son como son. Sufrimos porque las hemos imaginado distintas. (Tan cierto como la vida en sí. Las expectativas... ¡qué perdida de tiempo!)
Belleza: observar una paloma torcaz gris plata, en tiempo real, ahora mismo, posada en la cima de una farola, mientras contempla con atención, el viento que acaricia sus plumas, el movimiento de las hojas de los árboles, el vuelo de otras aves...
Colores y nubes blancas