"Del rosa al
amarillo" es el título de una película de los años cincuenta.
Gira en torno a dos historias de amor: el "enamoramiento"
entre adolescentes y la "ilusión de amor" en la vejez o
ancianidad.
Una de las canciones de
la banda sonora de esta cinta, hacía alusión a un tal "Manolo
mio, Manolo de mis amores. . .", canción que mi madre hizo suya
y cantaba a mi padre al igual que la de "los cuatro muleros que
van al río, que van al río. . ."
Hoy, día de los
"Difuntos" y disfrazada de esta guisa (la tristeza y la
pena evaporadas), quiero recordar con cariño y sin nostangias a esos
seres que ya no están fisicamente y que sin embargo forman parte de
mi, y yo de ellos: en mis gestos, en mi sonrisa, en mis "locuras"
y "fantasias" y en esos pequeños detalles, retazos de
vida, que nos hacen crecer, aprender, madurar (¿?) para regresar de
nuevo a nuestro origen que no es otro que el de la inocencia en
estado puro (con cierta "sapienza" que diría Marilyn),
cuando la vida era eterna, había horas suficientes al día para
juegos, colegio, travesuras. . . e incansables e incombustibles
vivíamos la fiesta de una infancia "colorida" que a pesar
de las "perdidas" nos ha dejado cierto toque de locura con
un sabor agridulce necesario para superar tempestades.
La "sapienza"
consiste en saber aderezar con las mejores especias traidas de "Las
Indias" los manjares que nosostros mismos plantamos y
recolectamos servidos en cuencos de plata y bebidos en copas
talladas.
Brindemos pues por los que están, por los que se marcharon, por aquellos que nos "dejaron", los que viven en "un mundo feliz", los ilusos, los desconocidos que un día (solo un día) se hicieron presentes en nuestras vidas. . .alcemos las copas con un buen vino para hacer presente la película mas hermosa de nuestra vida y a sus protagonistas. ¡Brindemos!
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