Monolito al dios fenicio Melkar |
Según la doctrina o filosofía Veda, en nuestro cuerpo, tenemos varios chakras o centros energéticos. Son siete puntos que simbolizan, mantienen, representan nuestro cuerpo físico estrechamente relacionado con nuestro cuerpo emocional o espiritual.
En un taller sobre los chakras, en los que asistí como alumna, cada uno de los participantes, debíamos extraer de una bolsita una concha marina de un color determinado. Para mi sorpresa, cogí el color del chakra SAHASRARA que simboliza el AMOR y nos conecta directamente con la energía divina.
Uno de los monitores dijo que no podía ser de otra manera. Que el chakra elegido era el que mejor me representaba porque según él, yo transpiraba amor por todos mis poros. Al oír esto, me eché a llorar desconsoladamente. Un sentimiento de tristeza entrecortaba y ahogaba una lluvia fina de lágrimas que me era imposible reprimir. Han pasado ya seis años de aquella anécdota. Aún recuerdo el afecto de mis compañeros y mi mano abrazada por unas manos cálidas durante el tiempo que duró la exposición.
La Tierra, también tiene sus campos energéticos. No soy científica por tanto no voy a hablar de ello. Pero si de los "Puntos Mágicos", centros de energía, lugares sagrados. . .
En Chiclana de la Frontera, Cádiz, hay varios "puntos". Llama mi atención (situado en un paraje maravilloso), el dedicado al dios fenicio MELKAR. Cuenta la leyenda que cuando el sol se "apagaba", en las aguas del Atlántico se oían "estruendosos chirridos".
En este "Punto Mágico" y en perfecta comunión con mi cuerpo, mi mente, mi espíritu, y el entorno, suelo alzarme hasta el cielo en sintonía con el mar, el viento y la tierra, extiendo mis alas de luz y doy gracias a los dioses por mi regreso de nuevo a ÍTACA (mi hogar); por las batallas libradas en las que he salido ilesa, por las heridas que sangran y también por las que cicatrizan; por la fortuna de haber adquirido conocimientos nuevos en mi convivencia con otras tribus que habitan tierras lejanas. Por las lágrimas que a veces son necesarias para desactivar nuestro polvorin interior; por las risas y sonrisas, por esas miradas llenas de ternura, por el amor dado y que tarde o temprano revierte de nuevo en nosotros. En definitiva, gracias, por este maravilloso viaje que es la vida.
En Chiclana de la Frontera, Cádiz, hay varios "puntos". Llama mi atención (situado en un paraje maravilloso), el dedicado al dios fenicio MELKAR. Cuenta la leyenda que cuando el sol se "apagaba", en las aguas del Atlántico se oían "estruendosos chirridos".
En este "Punto Mágico" y en perfecta comunión con mi cuerpo, mi mente, mi espíritu, y el entorno, suelo alzarme hasta el cielo en sintonía con el mar, el viento y la tierra, extiendo mis alas de luz y doy gracias a los dioses por mi regreso de nuevo a ÍTACA (mi hogar); por las batallas libradas en las que he salido ilesa, por las heridas que sangran y también por las que cicatrizan; por la fortuna de haber adquirido conocimientos nuevos en mi convivencia con otras tribus que habitan tierras lejanas. Por las lágrimas que a veces son necesarias para desactivar nuestro polvorin interior; por las risas y sonrisas, por esas miradas llenas de ternura, por el amor dado y que tarde o temprano revierte de nuevo en nosotros. En definitiva, gracias, por este maravilloso viaje que es la vida.
3 comentarios:
Hoy he tenido la suerte de coincidir contigo en las salinas y así puedo seguir leyendo tus textos, siempre tan bellos y que tanta serenidad, al menos a mi, transmiten. Gracias por compartirlos con nosotros. Gracias por ser como eres.
Gracias a ti y por leer lo que escribo y por las palabras hermosas que me dedicas.
Es un escrito muy bonito, deberías ver la vida siempre como la reflejas en él.
J.M.
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