En tu lugar del césped, ¿lo recuerdas?, / yo te leía, una hermosa mañana
(la primera que saco del tesoro / de un tiempo prodigioso),
leía la canción del elogio y del llanto. / Y a mí me parecía que escuchaba tu vida
desde arriba; qué cerca iba llegando/ como de todos lados; de la suave hierba
subía a los espacios de mi voz. / Pero de pronto, cuando dejamos de leer,
desde la cercanía y desde la distancia / te devolví a tu ser y a tu sentir.
Poema de Rainer María Rilke
Erase una vez, que la vida brotó en un rincocillo oculto (perdido entre la maleza del tiempo y los malos recuerdos) en forma de un bello y alado unicornio de luz.
El hada del jardín se había desprendido de sus alas. La apatía y melancolía habían invadido su reino y donde antes cantaban las flores, ahora, afloraba un susurro de tristeza y las aguas del lago, cristalinas de azul celeste, se habían convertido en un sueño gris ceniza.
Las abejas, prefirieron abandonar sus colmenas y explorar otros mundos, guiadas por la certeza de encontrar un néctar más dulce. El caos se apoderó de este pequeño universo.
El hada no hallaba respuesta a semejante infortunio. No acertaba a traspasar su mirada mas allá de ese rincón tenue donde, sin saber bien porqué ni cuando, se había transfigurado de oasis boreal a desierto de desesperanzas sin causa.
He aquí que, tras el silencio de la noche en la alborada de aquel amanecer, un cuerpecillo hasta ahora casi inerte, comenzó (lentamente) a extender sus alas transformadoras: ¿tú eres el duendecillo- unicornio-caballo alado...? No hubo respuesta... de repente, se observó en la transparencia de una lágrima furtiva, y para sus asombro, descubrió que el unicornio de luz, no era otro/otra que ella misma.
El jardín recobró la vida, el color, la luz... regresaron las abejas, las hormigas, ranas, elfos, mariposas y otros bichos vivientes.... a partir de ese día, el hada se vistió de "luces", respiró bucólica, se "ausentó" del jardín y comenzó a respirar aires "mundanos..." (de cuando en cuando...)
Y descubrió otras músicas, otros olivos milenarios, el néctar servido en copa de cristal tallado, aromas de piel, pies descalzos sobre el asfalto, ruletas rusas de risas y sonrisas, abrazos de "abrazo" grande, nubes de aguas intensas, intermitencias que regresan y personas maléficamente buenas...
(la primera que saco del tesoro / de un tiempo prodigioso),
leía la canción del elogio y del llanto. / Y a mí me parecía que escuchaba tu vida
desde arriba; qué cerca iba llegando/ como de todos lados; de la suave hierba
subía a los espacios de mi voz. / Pero de pronto, cuando dejamos de leer,
desde la cercanía y desde la distancia / te devolví a tu ser y a tu sentir.
Poema de Rainer María Rilke
Erase una vez, que la vida brotó en un rincocillo oculto (perdido entre la maleza del tiempo y los malos recuerdos) en forma de un bello y alado unicornio de luz.
El hada del jardín se había desprendido de sus alas. La apatía y melancolía habían invadido su reino y donde antes cantaban las flores, ahora, afloraba un susurro de tristeza y las aguas del lago, cristalinas de azul celeste, se habían convertido en un sueño gris ceniza.
Las abejas, prefirieron abandonar sus colmenas y explorar otros mundos, guiadas por la certeza de encontrar un néctar más dulce. El caos se apoderó de este pequeño universo.
El hada no hallaba respuesta a semejante infortunio. No acertaba a traspasar su mirada mas allá de ese rincón tenue donde, sin saber bien porqué ni cuando, se había transfigurado de oasis boreal a desierto de desesperanzas sin causa.
He aquí que, tras el silencio de la noche en la alborada de aquel amanecer, un cuerpecillo hasta ahora casi inerte, comenzó (lentamente) a extender sus alas transformadoras: ¿tú eres el duendecillo- unicornio-caballo alado...? No hubo respuesta... de repente, se observó en la transparencia de una lágrima furtiva, y para sus asombro, descubrió que el unicornio de luz, no era otro/otra que ella misma.
El jardín recobró la vida, el color, la luz... regresaron las abejas, las hormigas, ranas, elfos, mariposas y otros bichos vivientes.... a partir de ese día, el hada se vistió de "luces", respiró bucólica, se "ausentó" del jardín y comenzó a respirar aires "mundanos..." (de cuando en cuando...)
Y descubrió otras músicas, otros olivos milenarios, el néctar servido en copa de cristal tallado, aromas de piel, pies descalzos sobre el asfalto, ruletas rusas de risas y sonrisas, abrazos de "abrazo" grande, nubes de aguas intensas, intermitencias que regresan y personas maléficamente buenas...