martes, 1 de enero de 2013

MARGARITA TRECE HOJAS



IMÁGENES DE GOOGLE

El dos mil trece quedaba un poco lejos cuando las campanadas del reloj anunciaron la entrada de un nuevo año y un nuevo milenio.
El tiempo, doce años, ha transcurrido tan rápido en este viaje por la vida, que a pesar de los acontecimientos importantes o no, mirando desde mi ventana en esta noche clara, donde muere un viejo año y nace otro nuevo, las estrellas y otros astros aparecen estáticos y quietos en el azul.
Yo permanecí varada durante un largo periodo. No podía infringir las reglas pactadas. Era consciente de que debía continuar mi viaje a "Ítaca" mas mi permanencia en un mar sin vientos favorables me impedía desplegar las velas y navegar.
Un amanecer, cuando el hastío ya me inundaba, una extraña corriente marina comenzó a mover mi nave. Al alejarnos lentamente mar a dentro, una brisa fresca y suave comenzó a izar  la vela mayor.

Han pasado más de cien años y parece que fue ayer. Sin embargo arribé a puerto para quemar todas mis naves y esparcir las cenizas por la orilla del Ganger.  Tras la lluvia, volvió  la luz al faro de la torre vigía.

 Hoy, después de haber vivido el cielo, no voy a desprenderme de ninguna hoja de la margarita. Sus trece pétalos van a permanecer en mí. Y, mientras canturreo una canción bailando a la luz de la luna con los delfines, vuelvo izar de nuevo, la Vela Mayor.