Desde mi ventana he viajado más allá del horizonte azul que separa mis fronteras. Partí hacia mi paraíso a explorar otros mundos e iniciar nuevas rutas. En este peregrinar he anclado en diferentes islas. Pequeños olimpos habitados por dioses y ninfas en otra dimensión donde los colores son mas intensos y el aire huele a mirra y a sal.
Me abandoné al sosiego y a la calma que desprenden las piedras. Desnuda, caminé descalza por el cielo. Selene, vibrante de luz, bailó la danza sensual de un amanecer tibio. La cálida hoguera que alumbra, alimenta y nutre los sueños de las hadas, me envolvió en su fina capa de agua de rocío con los colores del aura boreal.
Me abandoné al sosiego y a la calma que desprenden las piedras. Desnuda, caminé descalza por el cielo. Selene, vibrante de luz, bailó la danza sensual de un amanecer tibio. La cálida hoguera que alumbra, alimenta y nutre los sueños de las hadas, me envolvió en su fina capa de agua de rocío con los colores del aura boreal.
Regresé de nuevo a mi edén como un recién nacido: desprendida de todo el lastre y el lodo que nos impide avanzar hacia "universos cercanos".
Cala de Conil de la Frontera (Cádiz) Fotografía: Aurora Márquez |